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Herman Schroeder conoce la bodega y sus viñedos como la palma de su mano. “De chico, en el año 2000 cuando sólo era ‘campo’, veníamos todos los fines de semana con mi abuelo y mi primo, otras veces toda la familia, hacíamos unos bifes al disco en la barda y pasábamos toda la tarde mientras construían la bodega”, recuerda con nostalgia. “Tenía 14 años, me acuerdo que al principio lo único que queríamos era buscar el cuatriciclo del encargado y salir a recorrer la barda. Siempre me gustó el viñedo, la chacra, las máquinas, sobre todo los tractores, las tareas que llevaban a cabo y la gente. Unos años más tarde estaba aprendiendo a cambiar las mangueras de riego que se habían pinchado”.

Diez años más tarde de esos recuerdos, en plena cosecha de febrero del 2017, Herman comenzó a trabajar en la bodega. “Fue mi primera cosecha. No se si tenía decidido quedarme, quería conocer lo que de alguna manera ya conocía, pero desde otro lugar”. 

Este año, a sus 28 años, Herman realizó su quinta cosecha como integrante del equipo de agronomía de la bodega. “Hoy puedo decir que lo que más me gusta es la produccion de fruta, desde uva para vino, hasta manzanas y cerezas, y  todo lo que tiene que ver con mejoras tecnológicas y mantenimiento de maquinaria agrícola. Disfruto de trabajar en el campo, al aire libre y retirado de la ciudad”.

Herman es hijo de Roberto Schroeder, CEO de la bodega, y encarna la tercera generación de esta familia de emprendedores en la Patagonia. Además de la bodega, Familia Schroeder se dedica a la  producción de fruta de exportación proveniente de sus fincas en la zona. La región patagónica se distingue por sus excelentes Pinot Noir y por las plantaciones de frutales como manzanas, peras y cerezas de alta calidad.